"Préparez vos sac à dos, on part!"

Año 77. Principios de julio.  Estaba a punto de comenzar  un verano que nunca olvidaré! Nombres como Chamrousse, la Meije, le mont Aiguille me acompañaran siempre.

Quien me hubiera dicho que años más tarde sería guarda de refugio (por unos pocos días) , que viviría 12 años en pleno Pirineo  y  para guinda,  diplomado como "técnico en deportes de montaña"  ECAM (Escola Catalana de Alta  Montanya) en la primera promoción de formación profesional regulada de "guías acompañantes de montaña"  ¿Se nota que estoy orgulloso de ello? Pues ese verano es el responsable!


Hace unos días volvieron a pasearse por mi memoria esas 8 semanas pasadas en los Alpes y así nació esta entrada.

Con un carnet de conducir estrenado unos días antes, llegaba a un pequeño pueblo llamado Laffrey (límite del parque nacional des Ecrins - Grenoble) para hacer de monitor en un campamento de verano para jóvenes socialmente "inadaptados" y residentes del centro social donde trabajaban mis padres. A decir verdad, ¡el inadaptado en ese entorno era yo! ¡Pero también os puedo decir que me adapté rápido! Otro dato, dichos jóvenes en su mayoría tenían mi edad.

La región de Grenoble no me era desconocida. Tenía un amigo que vivía en la ciudad y que había visitado varias veces. Y como teníamos  previsto en el calendario de actividades del campamento, algunas excursiones, tenía mapas de la zona... solo me faltaba saber interpretarlos. Aprendí!

El primer día, el staff de "vigilantes" estaba formado por el chofer del autocar que transportó a los jóvenes, una monitora y yo. Al día siguiente llegarían una cocinera, otro chófer y dos monitores (una pareja). Pero eso sería al día siguiente!

A la hora de cenar, empieza la fiesta y ¡no era una animación organizada! Primero se oyen gritos, después vuelan sillas  y a un momento dado veo a chaval (más o menos de mi edad pero mucho más imponente que yo) con un cuchillo  en la mano y ¡no se le veía intención de utilizarlo para comer! Completamente superado por la situación, sin vocación de Rambo para dar y/o recibir golpes  y viendo que no conseguía calmar el vendaval, lo único que se me ocurrió fue de gritar a los revoltosos "Préparez vos sac à dos, on part!"  "Preparad vuestras mochilas, nos vamos!" Me parece que ese anuncio les sorprendió tanto como a mí y el primer efecto que tubo fue calmar la situación.

De ese modo tan "súbito" , y como principal objetivo cansarlos, empezó un viaje con unos cuantos chavales (creo recordar que éramos 6 o 7) , otros tantos sacos de dormir y un poco de provisiones hacia... bueno,  la primera intención era hacer una excursión nocturna, vivaquear cuando el cuerpo dijera basta y volver tranquilamente el día siguiente al campamento.  Así que, bajar hacia el pueblo de Vizile por los senderos entre prados y bosques,  me pareció lo mas  sensato. Al final, después de horas andando y de un corto vivac, llegamos a Séchilienne. Nos habíamos desviado bastante, pero bueno, sobrevivimos todos a esa primera noche! Y digo primera noche porque hubo unas cuantas más. No tengo muy claro lo que pasó pero decidimos seguir  nuestro viaje. Así que, contacté con mi colega monitora que quedo en el campamento con los menos revoltosos y  el chófer no fue haciendo  los avituallamientos en sitios convenidos.

Dormimos al borde de lagos llenos de mosquitos, en  las telecabinas de la estaciones de esquí de Chamrousse, en refugios... vimos cómo se podían generar relámpagos  sin una sola nube en el cielo creando un espectáculo nocturno increíble (años más tarde, me atreví a comentar esa anécdota a un famoso meteorólogo de la cadena catalana TV3 -Dani Ramírez- que me confirmó lo raro pero real de ese fenómeno meteorológico), comimos biftecs cocinados entre dos piedras. Creo que todos vivimos una aventura memorable. ¡Al menos yo la viví! Nuestro viaje duró seis días.

Pero aún me esperaban semanas intensas, la pareja de monitores que nos acompañó, ellos montañeros de verdad, me iniciaron a la escalada (en el Mont Aiguille). Caminé sobre glaciares y oí el estruendo de desprendimientos de hielo! También toqué el "dedo de Dios" (la Meije)  Pero no solo aprendí de montaña! ¡Los nombres de algunos chavales también me quedan en mente!

Durante aquellas semanas, descubrí y ¡me enamoré de la montaña! ¡Aún dura!

El chófer era mi padre y la cocinera mi madre. ¡Y yo un joven aprendiz de todo! Joven ya no lo soy. ¡Aprendiz de todo lo sigo siendo!

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